Violentos naranjas al amanecer

Mira mis manos,
sarmientos que arañan violentos naranjas al amanecer.
Mira mi pubis de ceniza y tardes de espera.
Mira mi vientre seco,
abrojos que claman a la luna.
Dónde están mis hijos
sino en los inhóspitos hisopos
de los hospitales que alivian
las últimas voluntades.
Dónde está mi espalda
herida por el dolor y el imsomnio.
Mira mis pies,
harapos que limpian, a su paso, el polvo del viento.
Mira dónde pisas, que aún conservo la inocencia.
Mírame y no llores
pues el tiempo me ha detenido.
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